viernes, 26 de noviembre de 2010

La TV que nos alimenta.


La televisión que nos alimenta en estos últimos años se ha vuelvo completa y destructivamente carente de sentido. Los programas de entretenimiento mas vistos son los que demuestran ser vulgares y por sobre todas las cosas, escasos de contenido.
Personajes mediáticos que en vez de aportar valor a la cultura artística de nuestro país le restan importancia a los logros que a otros artistas les han costado años alcanzar, pero que aún no han alcanzado el reconocimiento masivo.
Repeticiones de programas que no llevan a ningún lado y que lo único que hacen es estancar la mente en pensamientos absurdos y superficiales como el material que les gusta consumir. Excéntricos que se hacen llamar artistas cuando no tiene nada que ofrecerle al televidente, más que esa telenovela de una vida inventada que solo ellos se creen.
La contaminación visual hace referencia a entidades que obstaculizan la visión del mundo que nos rodea, ya sean anuncios publicitarios, pintadas callejeras en edificios públicos, residuos que no agradan a la vista. Pero esta contaminación también engloba el medio televisivo; ¿de qué manera? Cegando a espectadores con basura mediática que no hace más que entorpecer la cultura de un país al que van perfilando de mediocre.
Se desvaloriza en ese conocido “minuto a minuto” la importancia de un medio tan significativo y a la vez tan vano, donde a la mayoría de los adeptos a este entorno no les interesa cual es mensaje que divulgan en un presente donde TODO pasa por esa caja cuadrada que seduce por sus escándalos, peleas, desnudos y discriminación indirecta constante.
Con parodias baratas logran estimular la percepción de realidad de las personas, convenciendo ingenuamente que esta ficción, se acerca a la realidad. Parece que generar conciencia con este tipo de herramienta en un país donde todo es superficial, es una labor imposible. Tomar este medio como algo tópico se volvió muy cotidiano para todos los habitantes que convivimos con la tecnología avanzada del siglo XXI, tanto para los que originan dichos programas como para los que lo consumimos.
¿Será la necesidad de evadir la realidad lo que nos lleva a consumir todo lo que éste mercado con fines de lucro nos ostenta? Llenándose los bolsillos vendiendo utopías que solo pertenecen a un mundo de finitos valores, generan ilusiones que nos hacen ver esa fantasía como un ideal. En ciertas ocasiones creo importante desafiar los conocimientos que van mas allá de la televisión vacía y superficial que día a día nos acompaña, despegarnos de esa fachada que crece con el tiempo para aferrarnos a cosas reales, y no alimentar mas esa relación a corto plazo con esa televisión que solo muestra un desatino de lo que las grandes empresas creen que es la vida.

Noelia Alejandra Centurión.