La televisión
que nos alimenta en estos últimos años se ha vuelvo completa y destructivamente
carente de sentido. Los programas de entretenimiento mas vistos son los que
demuestran ser vulgares y por sobre todas las cosas, escasos de contenido.
Personajes
mediáticos que en vez de aportar valor a la cultura artística de nuestro país
le restan importancia a los logros que a otros artistas les han costado años
alcanzar, pero que aún no han alcanzado el reconocimiento masivo.
Repeticiones de
programas que no llevan a ningún lado y que lo único que hacen es estancar la
mente en pensamientos absurdos y superficiales como el material que les gusta consumir.
Excéntricos que se hacen llamar artistas cuando no tiene nada que ofrecerle al
televidente, más que esa telenovela de una vida inventada que solo ellos se
creen.
La
contaminación visual hace referencia a entidades que obstaculizan la visión del
mundo que nos rodea, ya sean anuncios publicitarios, pintadas callejeras en
edificios públicos, residuos que no agradan a la vista. Pero esta contaminación
también engloba el medio televisivo; ¿de qué manera? Cegando a espectadores con
basura mediática que no hace más que entorpecer la cultura de un país al que
van perfilando de mediocre.
Se desvaloriza
en ese conocido “minuto a minuto” la importancia de un medio tan significativo
y a la vez tan vano, donde a la mayoría de los adeptos a este entorno no les interesa
cual es mensaje que divulgan en un presente donde TODO pasa por esa caja
cuadrada que seduce por sus escándalos, peleas, desnudos y discriminación
indirecta constante.
Con parodias
baratas logran estimular la percepción de realidad de las personas,
convenciendo ingenuamente que esta ficción, se acerca a la realidad. Parece que
generar conciencia con este tipo de herramienta en un país donde todo es
superficial, es una labor imposible. Tomar este medio como algo tópico se
volvió muy cotidiano para todos los habitantes que convivimos con la tecnología
avanzada del siglo XXI, tanto para los que originan dichos programas como para
los que lo consumimos.
¿Será la
necesidad de evadir la realidad lo que nos lleva a consumir todo lo que éste
mercado con fines de lucro nos ostenta? Llenándose los bolsillos vendiendo
utopías que solo pertenecen a un mundo de finitos valores, generan ilusiones
que nos hacen ver esa fantasía como un ideal. En ciertas ocasiones creo
importante desafiar los conocimientos que van mas allá de la televisión vacía y
superficial que día a día nos acompaña, despegarnos de esa fachada que crece
con el tiempo para aferrarnos a cosas reales, y no alimentar mas esa relación a
corto plazo con esa televisión que solo muestra un desatino de lo que las
grandes empresas creen que es la vida.
Noelia
Alejandra Centurión.