Cuan difícil se
hace afrontar una perdida. Seguir adelante cuando sentís que algo le hace falta
a tu vida, es muy doloroso hacer de cuenta que no pasa nada cuando en realidad
pasa todo.
Hay cosas que
son muy difíciles de superar, la perdida de alguien querido en nuestra vida se
transforma en una asignatura pendiente para la que nunca estamos preparados.
Tratamos de ser fuertes para también acompañar al otro, pero creamos en
nosotros mismos un vacío imposible de silenciar.
En estos
momentos nos invade el desconcierto y una sensación de vulnerabilidad que solo
en estas ocasiones se siente. Nos encontramos débiles cuando algo que era tan
nuestro y formaba parte de nuestra vida se nos escapa. Lo vemos alejarse rápida
o lentamente, y lo que era realidad se convierte en tan solo recuerdos, a veces
bellos, otras veces tristes. Nos ponemos melancólicos reviviendo todos los
momentos compartidos y lamentando con el corazón que sean tan solo recuerdos,
inolvidables sí, pero recuerdos; a los cuales nos aferramos con fuerzas para no
dejarlos partir y no sentir eso que sentimos.
Cuando alguien
al que apreciamos se va de este mundo nos consolamos siempre con la idea de que
va a estar en un lugar mejor, aunque reclamásemos que este a nuestro lado
sabemos que nada nos devolverá a esa persona. La mantenemos en nuestra memoria,
como dije antes, recordando. Esta es una perdida sin ningún tipo de escala,
sabemos que tenemos que acostumbrarnos a vivir sin el otro.
Pero; ¿que pasa
cuando perdemos a alguien sin perderlo totalmente? Cuando tratamos de olvidar,
no de recordar. Fingir que alguien se ha ido del planeta cuando en realidad
esta muy cerca pero lejos de nuestra vida. Sabemos que vive pero que lo hace
sin nosotros.
Difícil
situación tener que aceptar que alguien se fue por voluntad propia, que ya no
necesita de nuestra presencia. El saber que formara otra vida, que conocerá
otros horizontes que pueden llevarlo a la plenitud que amarrados a nuestras
costumbres no lograba conseguir. Nos aterroriza un simple cambio. No deseamos
cosas nuevas, gente nueva; nos conformamos con la vida que llevamos y a la las
personas que nos acompañan, por la simple razón de no querer cambiar el
ambiente al que nos volvemos adictos; ya sea de violencia, amargura, desamor,
infidelidades, etc. Se vuelve cotidiano y nos enferma saber que toda la vida
que construimos hasta ahora, se derrumba.
Cuando alguien
nos decepciona, las verdades que creíamos de esa persona se convierten en
mentiras y todo lo que se construyo en sociedad se transforma en trampas para
nuestra vida emocional.
En estos
momentos podemos recordar lo que nos queda de esa persona, aunque sabemos que
todo cambio. Nos quedamos atrapados y no sabemos para que lado correr, porque
algo o alguien que creíamos seguro se convierte en un continuo interrogante.
Muchas
decepciones o pérdidas nos ayudan a crecer aunque no veamos los resultados en
el momento. Todo amor tiene sus rollos, lo importante es aceptar que somos
diferentes.
Noelia
Alejandra Centurión.